Carolina Bravo Psicóloga

La depresión no es simplemente “estar triste” o tener un mal día. Es un trastorno del estado de ánimo que puede afectar profundamente la forma en que una persona piensa, siente y actúa. Lejos de ser una señal de debilidad, es una enfermedad real, frecuente y tratable. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 280 millones de personas la padecen en todo el mundo.

¿Cómo se manifiesta?

Los síntomas pueden variar de una persona a otra, pero existen patrones comunes. Los más frecuentes son:

  • Tristeza persistente o sensación de vacío

  • Pérdida de interés por actividades cotidianas (anhedonia)

  • Fatiga o falta de energía constante

  • Alteraciones del sueño (insomnio o exceso de sueño)

  • Cambios en el apetito o el peso

  • Sentimientos de culpa o inutilidad

  • Dificultades para concentrarse

  • Pensamientos recurrentes de muerte o suicidio

No es necesario cumplir todos los criterios para que exista una depresión. En algunos casos se presenta de forma más sutil, como irritabilidad o apatía prolongada.

En niños y adolescentes puede expresarse con bajo rendimiento escolar, irritabilidad o conductas regresivas. En adultos mayores, puede confundirse con deterioro cognitivo o problemas físicos.

Tipos de depresión

Existen distintos subtipos, según la duración e intensidad de los síntomas:

  • Trastorno depresivo mayor: episodios intensos que duran al menos dos semanas

  • Distimia: síntomas más leves, pero persistentes durante dos años o más

  • Depresión posparto: se da tras el parto y puede afectar el vínculo con el bebé

  • Trastorno afectivo estacional: aparece en meses con menos luz solar, como el invierno

  • Depresión atípica: se manifiesta con aumento del apetito, sueño excesivo y sensibilidad al rechazo

Causas: ¿por qué aparece?

La depresión no tiene una única causa. Es el resultado de una interacción compleja de factores:

  • Biológicos: alteraciones en neurotransmisores, predisposición genética, enfermedades crónicas

  • Psicológicos: baja autoestima, pensamientos negativos, experiencias traumáticas

  • Sociales y ambientales: aislamiento, estrés laboral, duelo, pobreza, violencia

Este enfoque se conoce como modelo biopsicosocial. Permite entender que la depresión es multifactorial, y su abordaje también debe serlo.

Diagnóstico y tratamiento

El diagnóstico debe hacerlo un profesional de salud mental, mediante una entrevista clínica. A menudo se apoya en herramientas como el PHQ-9 o el Inventario de Depresión de Beck.

El tratamiento puede incluir:

  • Psicoterapia: la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) es de las más efectivas, pero también se emplean terapias interpersonales, psicodinámicas y de tercera generación (ACT, DBT)

  • Medicación: los antidepresivos (ISRS, IRSN, tricíclicos) pueden ser útiles, especialmente en casos moderados o graves

  • Hábitos saludables: ejercicio físico, buena higiene del sueño, alimentación equilibrada y apoyo emocional

En casos más resistentes, se pueden valorar intervenciones como la estimulación magnética transcraneal o incluso la terapia electroconvulsiva, bajo supervisión médica.

Depresión y riesgo suicida

La depresión es el principal factor de riesgo para el suicidio. Se estima que entre el 60 y el 70% de las personas que se suicidan estaban atravesando una depresión no tratada.

Si existen ideas suicidas, hay que actuar de inmediato. En España, está disponible la línea 024, gratuita y confidencial, las 24 horas.

El estigma: una barrera silenciosa

Muchas personas tardan en buscar ayuda por miedo a ser juzgadas. La idea de que “es cuestión de actitud” o que “hay que echarle ganas” solo empeora el aislamiento.

Recordemos: la depresión no es una elección ni una debilidad. Es una enfermedad, y como tal, necesita abordaje profesional, empatía y comprensión.

¿Y si soy yo? ¿Y si es alguien cercano?

Si crees que podrías estar atravesando una depresión, da el paso y pide ayuda. Consultar a un profesional puede marcar un antes y un después.

Y si es alguien de tu entorno quien podría estar sufriéndola, escúchale. No juzgues ni des consejos simplistas. Acompaña, apóyale y sugiérele buscar ayuda.

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